Cuando hablamos de un pie plano nos referimos al descenso de la bóveda plantar, que se da cuando se tiene menos arco del habitual y el eje del pie se cae hacia dentro, hacia el dedo gordo. Además, existen otros síntomas que pueden estar indicándonos que sufrimos esta afección, como dolor en la musculatura de la zona interna de la pierna o dolor en el dorso al hundirse el pie.
Diariamente acuden a consulta padres preocupados porque sus hijos vuelcan mucho la parte interna de los pies hacia delante, andan con las puntas hacia dentro y por esos motivos deforman el calzado.
El primer paso ante esta situación es realizar un estudio biomecánico de la pisada para determinar qué tipo de pie tiene el niño y cuál es el tratamiento a elegir.
Para diagnosticar esta patología correctamente se han desarrollado sistemas de análisis de la huella con plataforma de presiones. De esta manera, se puede observar y analizar en el ordenador cómo es exactamente la huella y, con eso, se puede determinar el diagnóstico. También es importante conocer el “apellido” de un pie plano, ya que puede ser flexible, semiflexible o rígido
Con toda esta información se realiza un diagnóstico y se toman las medidas necesarias para resolver el problema. Los tratamientos pueden ir desde la prescripción de ejercicios de potenciación en diversas zonas musculares y articulares del pie, hasta recomendar el uso de plantillas personalizadas para trabajar en cambiar los ejes de alineación del pie y lograr que esos músculos empiecen a trabajar de forma diferente. En todo caso, y desde la experiencia adquirida por la Fundación Podoactiva en el diagnóstico precoz y el tratamiento de patologías en edades tempranas, la opción Gold Standard es el tratamiento ortésico y la asociación de ejercicios de estiramientos como de potenciación.