Cuando hablamos de un pie plano nos referimos al descenso de la bóveda plantar, que se da cuando se tiene menos arco del habitual y el eje del pie se cae hacia dentro, hacia el dedo gordo. Además, existen otros síntomas que pueden estar indicándonos que sufrimos esta afección, como dolor en la musculatura de la zona interna de la pierna o dolor en el dorso al hundirse el pie.
Diariamente acuden a consulta padres preocupados porque sus hijos vuelcan mucho la parte interna de los pies hacia delante, andan con las puntas hacia dentro y por esos motivos deforman el calzado.
El primer paso ante esta situación es realizar un estudio biomecánico de la pisada para determinar qué tipo de pie tiene el niño y cuál es el tratamiento a elegir.
Para diagnosticar esta patología correctamente se han desarrollado sistemas de análisis de la huella con plataforma de presiones. De esta manera, se puede observar y analizar en el ordenador cómo es exactamente la huella y, con eso, se puede determinar el diagnóstico. También es importante conocer el “apellido” de un pie plano, ya que puede ser flexible, semiflexible o rígido
Con toda esta información se realiza un diagnóstico y se toman las medidas necesarias para resolver el problema. Los tratamientos pueden ir desde la prescripción de ejercicios de potenciación en diversas zonas musculares y articulares del pie, hasta recomendar el uso de plantillas personalizadas para trabajar en cambiar los ejes de alineación del pie y lograr que esos músculos empiecen a trabajar de forma diferente. En todo caso, y desde la experiencia adquirida por la Fundación Podoactiva en el diagnóstico precoz y el tratamiento de patologías en edades tempranas, la opción Gold Standard es el tratamiento ortésico y la asociación de ejercicios de estiramientos como de potenciación.
La marcha infantil en puntillas es una alteración biomecánica que se puede presentar en niños y niñas en edades tempranas hasta los 10 años. Lo más común es que el patrón de la marcha en puntillas evolucione desde los primeros años de vida, pero en ocasiones se puede presentar como un fenómeno aislado a partir de los 5 o 6 años de edad.
El niño no puede caminar de forma correcta así que, en primer lugar, apoya el talón y después el antepié. Se produce un primer impacto de la zona de vanguardia sobre la superficie que genera un estrés de las estructuras delanteras del pie y, a su vez, un acortamiento muscular de la zona posterior de la pierna. Si la marcha en puntillas no es muy acusada, se llega a producir un segundo impacto de talón debido a la caída del mismo por el peso del cuerpo del niño. Esta caída es muy leve y no llega a cargar peso, lo que implica que lo único que se está produciendo es una contracción en excéntrico de la musculatura gastro-sólea de las piernas, denominado estiramiento resistido.
Es una patología que puede presentarse de una forma asintomática, es decir, que no produce dolor. Esto no quiere decir que no sea susceptible de tratamiento, pues a medio o largo plazo seguro que aparecerán síntomas secundarios.
Los motivos que generan esta patología son diversos: el origen puede ser muscular (retracciones), estructural (problemas óseos), neurológico e idiopático (malos hábitos posturales).
Sea cual sea el origen y la edad de aparición, el tratamiento siempre es multidisciplinar, con una especial relevancia del tratamiento de fisioterapia y/o rehabilitación. A nivel ortopodológico se utilizan diferentes plantillas personalizadas y férulas, tanto diurnas como nocturnas, que corrigen la patología. El diagnóstico y tratamiento precoz es la mejor estrategia para evitar tratamientos más invasivos a largo plazo.
El deporte es una de las actividades preferidas por los niños y niñas. Un aspecto importante, antes de comenzar cualquier ejercicio físico, es que los más pequeños adopten como hábito el calentamiento, que es fundamental porque un mal movimiento puede producir lesiones. Si el pequeño deja de hacer deporte sin motivo aparente, el origen podría estar en un dolor plantar que debe corregirse.
El pie de un niño no es como el de un adulto en miniatura, sus estructuras no están aún formadas, los huesos no están cerrados y los tendones y ligamentos no tienen la misma fuerza que en etapas de mayor desarrollo físico. Cuando los más pequeños practican un deporte con una intensidad demasiado alta, pueden sufrir una lesión en el pie y ese dolor a veces se atribuye erróneamente al crecimiento.
En la infancia estamos a tiempo de tratar y curar algunas patologías, no solo del pie, sino también de la rodilla y de la espalda si estas tienen su origen en un mal apoyo plantar. Las plantillas personalizadas y los ejercicios de potenciación del tibial posterior pueden corregir los pies planos flexibles y semiflexibles, especialmente si se trabajan mucho las puntillas. También se puede incidir en muchas escoliosis de la espalda que son consecuencia de una asimetría en las piernas, que pueden tratarse añadiendo unos milímetros a la pierna.
Hay patologías de los pies que están influenciadas por el deporte y la edad del niño, y muchas pueden evitarse con ejercicios de potenciación y estiramientos. Cuando un niño practica deporte de forma libre y decidida es siempre una buena señal. Nos debe preocupar aquél que no se mueve porque pisa mal y siente dolor.
En cuanto al calzado, cada deporte requiere unas zapatillas específicas y combinarlas puede resultar contraproducente. Utilizar una bota de fútbol para césped natural en césped artificial nos va a dar problemas y puede dañar algunas estructuras.
En los niños y niñas futbolistas, la patología más habitual es la enfermedad de Sever (osteocondritis del calcáneo), un dolor en el talón que aparece entre los 9 y 12 años.
El tratamiento más extendido durante mucho tiempo fue prescribir reposo y ahora se ha demostrado que con una buena plantilla el niño no tiene que parar. En otros deportes en los que se las manos desempeñan una función más determinante, como el tenis, el baloncesto o el voleibol, los pies pueden también pueden sufrir algún esguince.
En gimnasia rítmica hay que tener mucho cuidado con las deformidades digitales porque los dedos pueden hacer “garra”. Tanto en este deporte como en el ballet se trabajan mucho las puntas de los pies y esto puede ser beneficioso para trabajar el pie plano pero al mismo tiempo puede potenciar los dedos en garra o producir juanete de forma prematura.
En ciclismo es más fácil que aparezcan sobrecargas en la zona metatarsal (la almohadilla del pie), ya que es la que mayor fuerza realiza. Lo más importante es que el niño lleve la bicicleta adaptada a su altura, especialmente el sillín y el manillar, porque si está descompensada pueden producirse problemas de rodilla.
En cuanto al patinaje, el pie puede sufrir molestias y dolencias derivadas, sobre todo si es un pie plano. El escafoides (hueso de la zona de dentro del pie) y algunas prominencias óseas pueden rozar contra la carcasa del patín e inflamarse. El patinaje resulta beneficioso para aquellos niños que caminan en aducción (metiendo la punta de los pies hacia dentro) y para potenciar la rotación externa de cadera porque hace que abramos más la marcha. Sin embargo, es un deporte que puede potenciar el genu valgo (las rodillas tienden a juntarse) porque se doblan más las piernas hacia dentro.
En las artes marciales y, en general, en todos aquellos deportes que implican contacto, puede producirse algún esguince, pero más allá del impacto, no perjudica los pies de los niños.
En cuanto a la natación, el gesto deportivo no causa problemas en los pies, salvo si se emplean aletas, ya que puede aparecer alguna tendinitis. Se recomienda evitar el agua encharcada de las piscinas para prevenir el contagio de hongos y verrugas.
¿Puede tener relación el hecho de que un bebé vaya calzado o descalzo para su desarrollo cognitivo?
Desde el punto de vista del desarrollo neurológico y de la sensibilidad táctil, los pies del recién nacido tienen una sensibilidad mucho más fina que la de la mano hasta los ocho o nueve meses. Por ello en los primeros meses los pies tienen una función esencial: informar del mundo exterior al bebé, que toca con ellos todo lo que tiene a su alcance, los manipula con sus manos y los lleva a la boca donde las terminaciones nerviosas sensitivas son mayores. A partir de esta edad, el pie, de forma gradual, va perdiendo este tipo de sensibilidad.
Un estudio titulado "Podología preventiva: niños descalzos igual a niños más inteligentes", elaborado por Isabel Gentil García, profesora de la Escuela Universitaria de Enfermería, Fisioterapia y Podología de la Universidad Complutense de Madrid, trata con bastante profundidad este asunto. El hecho de calzar continuamente a los bebés que no caminan les priva de información táctil y la percepción de la posición y movimiento de los pies en relación con el espacio, que juegan un papel importante en el sistema nervioso central. El estudio además se basa en las etapas de Piaget de desarrollo de la inteligencia, centrándose en la primera, en la etapa sensomotriz (desde el nacimiento a los dos años) cuando son importantes la manipulación, el movimiento y aprender a organizar de forma hábil la información sensorial. Se adquiere la primera noción del yo, del espacio, del tiempo y la idea de causalidad.
Además de Piaget, la autora se centra en otros autores para demostrar su teoría. Un análisis completo nos revela que la gran mayoría de ellos coincide en señalar que el desarrollo es fruto de una compleja interacción entre el ambiente y el organismo y que uno de los factores ambientales que más interviene en su desarrollo es el propio cuerpo y su autoconocimiento.
El hecho de apoyar el pie descalzo en todo tipo de superficies, también irregulares, contribuye al desarrollo muscular y a la propiocepción.
En definitiva, nuestra posición frente a este tema es que en la etapa preandante deberíamos mantener al bebé descalzo siempre que sea posible (por supuesto, en un espacio protegido, caliente, limpio, etc.). De hecho, es bastante habitual que en estas etapas tempranas el bebé tenga mucha facilidad para quitarse los zapatos, porque en muchos aspectos se siente mejor sin ellos. En el artículo "Calzado adecuado para los niños según su edad" analizamos todo lo que debes saber para la elección de calzado adecuado para los más pequeños.
A su vez, dentro del tema que hemos tratado en este post, también recomendamos, tanto en niños más mayores como adultos, caminar descalzos en casa durante unos minutos al día para potenciar y favorecer la musculatura y movilidad del pie, así como para descongestionarlos.
Prolongar la vida de las prendas de forma que los niños y niñas hereden calzado de hermanos mayores o familiares es un hábito muy frecuente entre los padres y madres para los más pequeños pero, ¿esta costumbre es aconsejable para la salud de sus pies? La respuesta es un rotundo NO. No hay dos pies iguales, ni los de una misma persona lo son. Un zapato heredado, en la mayoría de ocasiones, está deformado y desgastado en la suela y en otras partes, ya que previamente ha sido utilizado por otro niño. Heredar calzado puede tener consecuencias negativas en el desarrollo del pie y la forma de caminar del niño que lo recibe.
El pie se termina de formar completamente en torno a los 14 años, pasando por diferentes fases, pero a los 9 años ya está casi completamente formado. Esto quiere decir que antes se encuentra en un período de pleno desarrollo.
Las consecuencias de utilizar calzado heredado pueden ir desde una afectación del desarrollo de la estructura del pie, influyendo directamente en el arco plantar, hasta una modificación de la biomecánica del niño repercutiendo directamente en tobillos, rodillas y cadera hasta aumentar las posibilidades de sufrir pie plano, uno de los problemas más comunes en los más pequeños.
Ofrecemos en este punto dos consejos para cuidar los pies de los niños:
1- REALIZAR UNA REVISIÓN PODOLÓGICA. Es recomendable acudir anualmente al podólogo para revisar la pisada. Se aconseja llevar a los niños y niñas por primera vez con 4 o 5 años, aunque si se detecta alguna anomalía (caminar de puntillas, inestabilidad, tropezar al andar, etc.) hay que acudir inmediatamente a consulta para buscarle solución. El podólogo realizará un seguimiento para asegurarse de que el desarrollo del pie se está realizando correctamente y detectar determinadas patologías que pueden corregirse con ejercicios o un tratamiento, como por ejemplo, las plantillas personalizadas.
2- ESCOGER EL CALZADO ADECUADO. Como consejo a la hora de comprar zapatos para un niño, es recomendable revisar la talla (en edades tempranas los pies están en continuo crecimiento) y que estén fabricados con material transpirable, con refuerzo en el talón y una suela flexible.
En definitiva, heredar el calzado de hermanos mayores es una práctica que se lleva haciendo muchos años pero es negativo para la salud de los pies de los más pequeños (y también en adultos). Cada niño, cada persona, tiene un pie diferente y una forma de caminar distinta. Cada zapato debe ser personal e intransferible.