La marcha infantil en puntillas es una alteración biomecánica que se puede presentar en niños y niñas en edades tempranas hasta los 10 años. Lo más común es que el patrón de la marcha en puntillas evolucione desde los primeros años de vida, pero en ocasiones se puede presentar como un fenómeno aislado a partir de los 5 o 6 años de edad.
El niño no puede caminar de forma correcta así que, en primer lugar, apoya el talón y después el antepié. Se produce un primer impacto de la zona de vanguardia sobre la superficie que genera un estrés de las estructuras delanteras del pie y, a su vez, un acortamiento muscular de la zona posterior de la pierna. Si la marcha en puntillas no es muy acusada, se llega a producir un segundo impacto de talón debido a la caída del mismo por el peso del cuerpo del niño. Esta caída es muy leve y no llega a cargar peso, lo que implica que lo único que se está produciendo es una contracción en excéntrico de la musculatura gastro-sólea de las piernas, denominado estiramiento resistido.
Es una patología que puede presentarse de una forma asintomática, es decir, que no produce dolor. Esto no quiere decir que no sea susceptible de tratamiento, pues a medio o largo plazo seguro que aparecerán síntomas secundarios.
Los motivos que generan esta patología son diversos: el origen puede ser muscular (retracciones), estructural (problemas óseos), neurológico e idiopático (malos hábitos posturales).
Sea cual sea el origen y la edad de aparición, el tratamiento siempre es multidisciplinar, con una especial relevancia del tratamiento de fisioterapia y/o rehabilitación. A nivel ortopodológico se utilizan diferentes plantillas personalizadas y férulas, tanto diurnas como nocturnas, que corrigen la patología. El diagnóstico y tratamiento precoz es la mejor estrategia para evitar tratamientos más invasivos a largo plazo.